U de Utopía
Para imaginar una utopía
Andrea Chapela


 


Llegará el día, tal vez en medio de una reunión familiar, durante la apertura de una exposición o sentada sola en el baño, que mires al mundo a tu alrededor y digas en voz alta: “lo que hay que hacer es construir una utopía”.

Para eso necesitarás:

Uno
Un diccionario. Primero hay que encontrar una definición, remontarse a la etimología, descubrir la historia del lenguaje te dará pistas de cómo utilizarlo. Así, te enterarás de que Tomás Moro acuñó el término utopía del griego antiguo para hablar de una sociedad ideal, que no podía existir. “No hay tal lugar”, parafraseó Quevedo. Quizá esto te desanime porque te parezca que construir una imposibilidad no tiene sentido. Si eso pasa, date cuenta de que no eres la primera en pensar en una utopía y que, si bien ninguna de las que se han imaginado existe, esto no significa que sea una pérdida de tiempo.


Dos
Un mapa y un calendario. Tu primer instinto será buscar la utopía en algún lugar. Cuando la Tierra no tenía límites, se pensaba que había algún continente sin descubrir o, por lo menos, alguna isla, donde la gente sabía vivir en armonía. Conforme las posibilidades de un lugar se fueron agotando, la utopía, como apunta Chris Jennings, dejó de ser un espacio y comenzó a ser un tiempo. Mirarás hacia atrás y, finalmente, apostarás por el futuro. No estás de acuerdo con que cualquier tiempo pasado fue mejor y lo que necesitas para sobrevivir al presente es creer que habrá cosas mejores. La pregunta ahora es: ¿qué significa eso?


Tres
Algunos libros de ciencia ficción. Ahí se encuentran algunos experimentos previos y fallidos. Comenzarás por las típicas novelas: 1984, Un mundo feliz, Los desposeídos, Fahrenheit 451 y luego explorarás otros subgéneros como el cli-fi o el hopepunk. Te darás cuenta de que entre la utopía y la distopía hay un solo paso; es más, que mientras la utopía es única e inalcanzable, hay muchas distopías cotidianas. Cory Doctorow afirma que una distopía se caracteriza por la violencia brutal y sin sentido que sigue a un desastre, cuando los vecinos en lugar de ayudarse y tomar responsabilidad por los otros, se vuelven enemigos. En este punto, es posible que te dejes seducir por las posibilidades de la ficción, pero recuerda que tú quieres hacer algo. Escribir y hacer raramente son sinónimos.


Cuatro
Un reglamento. Después de toda la investigación, llegará el momento de proponer algo o al menos de planteártelo. Recordarás que otra manera de pensar la utopía es como una taxonomía, porque diseñar una sociedad requiere de un sistema, reglas y límites. Es una forma de dar orden, una logística para construir el camino a la felicidad. Te darás cuenta que la utopía está congelada en un momento, donde todas estas reglas, ya instauradas, resultan en armonía para la sociedad. El problema, entenderás, es que la definición de felicidad o armonía depende de la persona que imagina, y para cada definición habrá imposiciones distintas. ¿A quién le pertenece la utopía? ¿Quién ha podido imaginarla hasta ahora? Podrás pensar que una manera de asegurar la felicidad para todas las personas (¿y por qué solo personas? Si a esas vamos, piensa de una vez en todos los seres vivos) es prescindir de reglas. Al llegar aquí, podrías tomarte un momento para recordar que la utopía siempre entra en conflicto con la complejidad y el desorden de la vida humana.


Cinco
Un espejo. Si la utopía no es un lugar ni un tiempo, tal vez te ayude pensarla como una historia que refleja la sociedad de la que proviene, sus esperanzas, heridas y deseos. Cuando te percates de que no es fácil enfrentarse al reflejo, recuerda que las historias pueden cambiar, el punto de vista puede alterarse. El principio y el final son aleatorios, puntos de arranque y de pausa. Si lees a Ursula K. Le Guin, darás con la teoría de la bolsa: la posibilidad de contar el pasado de otra forma, una que comience con el cuidado y no con la violencia. Así, también podemos imaginar otros futuros. Piensa en esto y cuando te enfrentes al monstruo en el espejo, úsalo como un faro para ver la insatisfacción. Sin entender el dolor que quieres evitar, es imposible proponer una solución.

Seis
Un lente. El problema del espejo es que te regresa al presente y lo que tú quieres es mirar hacia el futuro; tal vez, es mejor si piensas en la utopía como un lente. Puede ayudarte a ampliar lo pequeño, acercar lo lejano, dar nitidez a lo velado, poner de cabeza, mostrar otro punto de vista. Recuerda que si la utopía es un no-lugar, entonces nunca puede ser el presente, nunca puede ser el sistema. Siempre es otra opción, es nadar a contracorriente, es un escape, es una compuerta de salida, es una realidad paralela, es un barómetro del presente. Puedes impregnar cualquier objeto, el punto es aferrarse a una nueva perspectiva que te proteja de la desesperación.


Siete
Una comunidad. Para esto recordarás a Italo Calvino, comenzarás a buscar qué y quién en medio del infierno no es infierno. Tal vez, encontrarás un fragmento de utopía en el presente para llevar en el bolsillo. Tal vez, habrá personas que te ayuden a preservar ese fragmento, que quieran compartir los suyos contigo. Piénsalo así: si no compartes tu visión, solo serás una persona en un cuarto rodeada de objetos. Layla Martínez te recordará que el futuro depende del presente, de nuestras decisiones colectivas; que la utopía es el horizonte, no el catalejo. Ante la falta de opciones, la imaginación es la única vía.








Andrea Chapela
(Ciudad de México, 1990)

Escritora. Estudió Química en la Universidad Autónoma de México (UNAM) y obtuvo una maestría en Escritura Creativa por la Universidad de Iowa. Es autora de la saga Vâudïz (Ediciones Urano, 2008-2015), Grados de miopía (Tierra Adentro, 2019), Un año de servicio a la habitación (UDG, 2019), Ansibles, perfiladores y otras máquinas de ingenio (Almadía, 2020) y Desdoble, en colaboración con Fabiola Menchelli (ESPAC, 2021). Fue becaria del programa Jóvenes Creadores del FONCA (2016-2017 y 2019-2020) y, asimismo, el Ayuntamiento de Madrid le otorgó una beca para formar parte de la Residencia de Estudiantes (2017-2019). Obtuvo el Premio Nacional de Literatura Gilberto Owen en el género de cuento (2018), el Premio Nacional de Ensayo Joven José Luis Martínez (2019), el Premio Nacional de Cuento Juan José Arreola (2019) y, además, fue incluida por la revista británica Granta entre los 25 mejores escritores en español menores de 35 años (2021). Andrea colabora periódicamente en publicaciones como Este País, Literal Magazine, Vaso Cósmico y Tierra Adentro.