G de Goethe 130
Hay un interior al interior
Karla Noguez





Este plano de la sede de ESPAC —institución ubicada en la calle de Goethe número 130—, empalma el contenido entrelíneas de cada una de las exposiciones que se han producido ahí, y es una oportunidad para pensar en ESPAC sin el eco temático de sus proyectos. Por distintos motivos, cada una de estas exposiciones abrieron la posibilidad de alterar y cuestionar formatos y, por efecto, también invitaron a cambiar las estructuras y los modelos de otros espacios dedicados al arte.

Los fragmentos de texto aquí reunidos han sido extraídos de las publicaciones de las exposiciones y ahora, lejos de su tema de origen y sin su autor, son reorganizados para convertirse en las huellas testimoniales de un proceso de construcción: una apuesta ambigua pero intencionada por encontrar nuevos modelos de “instituciones de arte”. Las citas subrayan cómo cada miembro de ESPAC, así como sus colaboradores, han leído y entendido el lugar que ocupa esta institución y cómo se han apropiado a distintos niveles de sus recursos retóricos como espacio de exhibición para construir a partir de ellos.


Por tanto, este ejercicio es también una revisión a las significativas sutilezas que ESPAC ha propuesto en materia de relaciones laborales y procesos de producción, transparentando sus constantes reconfiguraciones y renuncias a formatos, roles, personalidades y procedimientos.

Este ejercicio es: una institución con subtítulos; el plano museográfico de una institución expuesta; una búsqueda sobre las múltiples personas que subvierten espacios y forman instituciones.


Este plano busca condensar un flujo de voces interconectadas.

Cada frase se encuentra textual entre las páginas de los —hasta ahora— ocho libros-exposición de ESPAC. Cada uno de los colaboradores ahí involucrados, aportaron de una forma u otra a este diagrama de pensamiento.


Karla Noguez
(Ciudad de México, 1989)

Curadora e historiadora del arte. Es Licenciada en Historia del Arte por la Universidad Iberoamericana y candidata a maestra en Historia del Arte Contemporáneo y Cultura Visual por la Universidad Complutense de Madrid y la Universidad Autónoma de Madrid, con especialización en Gestión de Museos y Colecciones de Arte Contemporáneo. Fue curadora, asistente curatorial y coordinadora educativa del Museo Tamayo Arte Contemporáneo, Ciudad de México, y, anteriormente, se desempeñó como asistente de investigación del Departamento de Educación del Museo de Arte Carrillo Gil, Ciudad de México. Es cofundadora de la feria de ilustración Dealer. Entre sus proyectos curatoriales recientes se encuentran: Merecemos fracaso / Merecemos ocio de Miriam Gómez, en Estudio Marte, Ciudad de México (2020), e Interiores imprecisos / exteriores externos en Galería Casa L, Ciudad de México (2021).











Desde un inicio, ESPAC se ha definido a sí mismo como “institución”, así con minúsculas, queriendo con ello desdibujar de fondo las líneas de rigidez que construyen nuestra noción de este término para introducir una nueva propuesta de entidad, al mismo tiempo que la efectúan y fluyen intuitivamente en ese devenir. Así, ESPAC encontró su lugar como un organismo que se permite ser constantemente atravesado, una institución discontinua que se desborda sin miedo a la imposición de finitud, orden y productividad.

Antes que una sentencia sobre procedimientos y metodologías, una “institución” es un consenso, un acuerdo libre y variable. “Instituir” es también la palabra que podemos usar para decir que algo se inicia. Algo se “instituye” en tanto que algo se busca. En otra capa de significación, una institución es también la relación de un conjunto de objetos y sujetos, de recursos espaciales, humanos, sensibles, simbólicos y capitales. El espacio de ESPAC es, como muchos otros, una casa: un edificio inicialmente diseñado para la convivencia íntima, para desayunar, vestirse, ir descalzo, dormir, descansar, abstraerse…, conspirar. En algún punto discrecional, la reflexión sobre la casa terminó por colarse en el proyecto y se fundió con el equipo de trabajo. La casa aporta lo que sus dimensiones domésticas le permiten ofrecer a un grupo de sujetos-cuerpos en términos de cercanía, diálogo, confianza y cuestionamiento a los discursos expositivos. Como por memoria genética, terminó por ser un lugar idóneo para invitar, un espacio para abrirse a la duda y al riesgo. ¿De qué otro modo hubiera sido tan acogedor invitar a alguien a dirigirse hacia el camino de la contingencia y la confrontación?

Más adentro, en la arquitectura de lo subjetivo, el organigrama muestra diagramas de diálogo, no flujos jerárquicos. Así, el diseñador escribe, la directora es la fotógrafa oficial y el curador da conciertos. Las personalidades de quienes ahí trabajan no son anuladas por el nombramiento de un rol, sino que se vuelcan hacia el uso de los espacios.


En una “oficina”, no todo se dice, pero todo se asoma. Una estructura porosa busca tomar en cuenta también lo que se insinúa. La medianía de lo que se expone, las entrelíneas del e-mail, una plática de dos, un gesto o cualquier señal se vuelven cuestionamientos. En ESPAC, una plática de pasillo tiene el potencial para volverse contenido y no solo ser un pasatiempo. De nuevo, la casa: ¿cómo puede un pasillo interferir, definir o provocar un tipo de comunicación y no otra? Platicar en un pasillo largo no puede ser lo mismo que platicar en un pasillo corto. “Hacer” desde una casa-institución, no es lo mismo que “hacer” desde un edificio-institución. Sentarse en frente de alguien y no de espaldas altera algo. Finalmente, no importa si se inaugura una exposición de cine, pintura contemporánea o de obras comisionadas, si se usa el pasillo para poner obra o si hay un performance a puerta cerrada, la preferencia por la subjetividad interconectada permanece e incide en todos esos escenarios. Sospecho que entrelíneas espac nos dice que, sin soporte ni devenir certero, abramos las instituciones e interfiramos con las palabras que la definen desde el lenguaje verbal y, sobre todo, desde el no verbal.