Hermana
Anacarsis Ramos
Yo sé que es bella y triste la espera por amor. Triste porque ningún tiempo pasa de gratis y el cuerpo es nuestra única moneda. Bella porque escribe historias en materiales inregistables.
Una vez me dijiste que al final lo que uno busca es contar un buen relato. Y pienso que quienes más se cuentan historias somos las enamoradas y los empleados sin clientes.
Hay un local vacío, los fantasmas se acumulan hasta volverse texturas. Agrietan las paredes, oxidan los muros, acumulan polvo. Y las texturas de los fantasmas a lo largo de esos lugares pueden verse como una bandera si uno toma suficiente distancia.
Es increíble que al final, toda política y narrativa termina dejando algún rastro en la materia.
Tú me acechas como un fantasma. Y entiendo el fantasma como otra forma de ti. No menos real. Tengo un vínculo contigo todas las noches en que pierdo el sueño. Son nuestras citas ahora que te has ido. A veces me asusta la fuerza con la que te adhieres a los objetos. Quiero dejar un registro. Buscar cierta literatura. Medios de captación. Al final, tengo que escribir una ficción, porque lo que vivimos no es legible en papers ni ensayos. Necesito una literatura, aunque ella se devore a sí misma para captar las formas de tu narrativa de ausencia. Estás esta noche conmigo en el museo ¿verdad? Junto a los sueños muertos de mis padres que tampoco dejan de perseguirme. Te has metido en la presentación y ahora tengo que hablar de ti cuando quería hablar de frontera y sistemas económicos. Establezcamos una negociación. ¿Ok? Ok.
Uno espera a que los clientes vuelvan, como espera un mensaje de la persona que ama. Espera activa, con ansiedad de narración, sin aburrimiento.
El cuerpo pagando, con gestos en el espacio, acabándose por las plantas de los pies a fuerza de caminar en círculos contra el piso.
Algo de nuestra ansiedad, con el enamoramiento y con la crisis, viene de un adiestramiento que nos dice que estamos en peligro si dejamos de producir. Tenemos miedo y reculamos porque la falta de trabajo, nos indica la experiencia, nos lleva hacia la muerte y olvido.
En el arte como en el amor se necesita mucho valor para decidir ser pendeja en vez de ser maleante.
Tener el corazón abierto (a contarse historias).
Construir un escenario para que estos pequeños objetos tengan valor como lo creo para que tus raquíticos gestos signifiquen algo, desatento.
Me gusta de tu obra que a la vez que logras registrar el sentimiento de desolación que acompaña la pérdida irremediable, también impulsas un ánimo de escritura. Una voluntad por tornar los espacios donde disminuyen los flujos de gente en estudios de artista. Una apropiación artística ante una lógica económica (de realidad dirían algunos) aplastante.
Apropiarnos de la espera es lo que hacemos las que nos pasamos gran parte del año enamoradas. Y las que vivimos de este lado de la frontera.
Recordé que Bolaño, trabajaba de vigilante nocturno en un camping en Castelldefels y pensé que probablemente escribía mucho ahí. En ese tiempo, tenía casi la misma edad que cuando tú trabajabas de mesera y capturabas la mosca.
Según Alain Resnais / hacia el final de su vida / Lovecraft fue vigilante nocturno/ de un cine en Providence. / Pálido, sosteniendo un cigarrillo / entre los labios, con un metro / setenta y cinco de estatura / leo esto en la noche del camping / Estrella de Mar. Escribe Bolaño.
No conozco a nadie que haya conocido Tecate salvo a ti y Daniel Saldaña Paris.
Firmamos ese tratado, intuyendo que nos la íbamos a pasar mal. Que no podíamos confiar demasiado en ese amante. Pero quién hizo el acuerdo, sabía que a nosotras no nos quedaba otra opción. No éramos el fuerte en la negociación y no podríamos competir porque estábamos locas por él. ¿O será que acaso sí creímos en la felicidad? ¿Construimos estos parques de diversiones, estos estudios de cine western, esas plazas comerciales y esos restaurantes temáticos porque creímos que podríamos soportar eternamente amar sin ser correspondidas? Ahora que las escaleras eléctricas y los juegos mecánicos visten sábanas de polvo, uno se asusta de lo feliz y estúpida que nos pusimos después de la primera cita. Y de lo que proyectamos con tan poco. Mucho concreto para tan poco abrazo. Yo en el fondo, creo que una sabe siempre lo que va a pasar, lo que dicen verdaderamente los tratados que hacemos, pero decide hacerse pendeja.
Lo bailado nadie te lo quita. Y ahora repites la danza de los trabajadores que esperan, captada con una cámara digital.
Afán narrativo poniendo el cuerpo es el performance.
Veía tus obras de mediados del 2010 y tuve miedo del futuro. ¿Habrá artistas de Yucatán que en 2040 vayan a hacer proyectos al Tren Maya cuando las instalaciones queden abandonadas? ¿Qué haremos con tantas cuentas de negocios de uñas en Instagram abandonadas? ¿Qué clase de polvo acumularan? ¿Cuántas políticas de austeridad neoliberal aguanta el MUAC antes de que lo cierren?
En el fondo seguimos creyendo en una narrativa de progreso y pensamos que estamos avanzando como en la línea recta de un tren. Pero la verdad es que estamos perdiendo, que cada año bajan más cortinas de forma definitiva, que todos los lugares que nos daban alegría están siendo abandonados. Que las instituciones culturales cierran una a una como locales de plaza abandona. Y en algunas solo queda el guardia de tres o cuatro piezas que a ya nadie le importan.
¿Somos capaces de reconciliarnos con el fracaso y el abandono? ¿Somos capaces de aceptarlo? ¿O tendremos que seguir hasta los 80 años performando la bussineswoman, el finance guy, la neni con mentalidad de tiburón del mundo del arte? Y trabajando con nuestra obra como si fuera nuestro emprendimiento de mariscos.
¿Somos sampetrinos o somos tijuanistas con respecto a la vida?
¿Podemos seguir dando promesas de eternidad en la elección de nuestros materiales escultóricos?
Pensar que estos fantasmas nos azotan con tristeza y, sin embargo, creo que es necesario habitar esa tristeza, si una no quiere ser estúpida toda la vida, si una no quiere que su vida sea una retrospectiva de decepciones.
Habría que hacer una retrospectiva de tu obra en Monterrey. BTW.
Lo triste de que te rompan el corazón varias veces en la vida, es que ya no puedes escribir con la intensidad de la primera vez y te vas volviendo cínico con el lenguaje.
El fin del mundo es tan 2020, actualícense por favor.
Tecate es como una obra de Samuel Beckett por lo que entiendo.
Qué risa que Estados Unidos nos tiene ghosteadisimos. Ghosteados en un sentido muy extenso del término. Al mismo tiempo la perra no puede dejar de hablar de nosotrxs.
Seguir enamorándose después de los 30 es un talento, conservar cierta literatura en el arte también.
Ahorita todo el mundo anda leyendo La seta del fin del mundo, yo digo que uno aprende lo mismo yendo un fin de semana a la Revu en Tijuana. También siento lo mismo con alguna de tus obras.
Ya fue demasiada globalización pensamos el día que cenábamos en un restaurante griego en el centro de Zapopan y tú decidías que contestarle por WhatsApp a ese hombre que vivía en Los Ángeles y que conociste en un bar coreano de allá y yo pensaba en el hombre que amaba y se iba a Venecia con otro.
La ansiedad es la prótesis con la que uno camina cuando pierde la alegría. Eso lo pensé viendo una película de Disney no con tu libro, una disculpa.
Me gusta la velocidad de tus obras. Y su ternura. Me gusta que, de alguna manera, atrapas al fantasma en estos pequeños registros. Como esa imagen de Scooby- Doo donde capturan al espectro con una cuerda.
Hoy tengo una postura tecatense del amor. I´m not catching feelings anymore. I´m catching ghosts.
Te has quedado con la sábana en la mano. Y con la suficiente ternura (cuidado en la observación) logras hacer un molde. Me gusta que tus manos intervienen de forma delicada en distintas obras para recoger el molde. Y que el resultado sea la forma en negativo del fantasma.
Hemeroteca (2016-2018)
Anacarsis Ramos
Yo sé que es bella y triste la espera por amor. Triste porque ningún tiempo pasa de gratis y el cuerpo es nuestra única moneda. Bella porque escribe historias en materiales inregistables.
Una vez me dijiste que al final lo que uno busca es contar un buen relato. Y pienso que quienes más se cuentan historias somos las enamoradas y los empleados sin clientes.
Hay un local vacío, los fantasmas se acumulan hasta volverse texturas. Agrietan las paredes, oxidan los muros, acumulan polvo. Y las texturas de los fantasmas a lo largo de esos lugares pueden verse como una bandera si uno toma suficiente distancia.
Es increíble que al final, toda política y narrativa termina dejando algún rastro en la materia.
Tú me acechas como un fantasma. Y entiendo el fantasma como otra forma de ti. No menos real. Tengo un vínculo contigo todas las noches en que pierdo el sueño. Son nuestras citas ahora que te has ido. A veces me asusta la fuerza con la que te adhieres a los objetos. Quiero dejar un registro. Buscar cierta literatura. Medios de captación. Al final, tengo que escribir una ficción, porque lo que vivimos no es legible en papers ni ensayos. Necesito una literatura, aunque ella se devore a sí misma para captar las formas de tu narrativa de ausencia. Estás esta noche conmigo en el museo ¿verdad? Junto a los sueños muertos de mis padres que tampoco dejan de perseguirme. Te has metido en la presentación y ahora tengo que hablar de ti cuando quería hablar de frontera y sistemas económicos. Establezcamos una negociación. ¿Ok? Ok.
Uno espera a que los clientes vuelvan, como espera un mensaje de la persona que ama. Espera activa, con ansiedad de narración, sin aburrimiento.
El cuerpo pagando, con gestos en el espacio, acabándose por las plantas de los pies a fuerza de caminar en círculos contra el piso.
Algo de nuestra ansiedad, con el enamoramiento y con la crisis, viene de un adiestramiento que nos dice que estamos en peligro si dejamos de producir. Tenemos miedo y reculamos porque la falta de trabajo, nos indica la experiencia, nos lleva hacia la muerte y olvido.
En el arte como en el amor se necesita mucho valor para decidir ser pendeja en vez de ser maleante.
Tener el corazón abierto (a contarse historias).
Construir un escenario para que estos pequeños objetos tengan valor como lo creo para que tus raquíticos gestos signifiquen algo, desatento.
Me gusta de tu obra que a la vez que logras registrar el sentimiento de desolación que acompaña la pérdida irremediable, también impulsas un ánimo de escritura. Una voluntad por tornar los espacios donde disminuyen los flujos de gente en estudios de artista. Una apropiación artística ante una lógica económica (de realidad dirían algunos) aplastante.
Apropiarnos de la espera es lo que hacemos las que nos pasamos gran parte del año enamoradas. Y las que vivimos de este lado de la frontera.
Recordé que Bolaño, trabajaba de vigilante nocturno en un camping en Castelldefels y pensé que probablemente escribía mucho ahí. En ese tiempo, tenía casi la misma edad que cuando tú trabajabas de mesera y capturabas la mosca.
Según Alain Resnais / hacia el final de su vida / Lovecraft fue vigilante nocturno/ de un cine en Providence. / Pálido, sosteniendo un cigarrillo / entre los labios, con un metro / setenta y cinco de estatura / leo esto en la noche del camping / Estrella de Mar. Escribe Bolaño.
No conozco a nadie que haya conocido Tecate salvo a ti y Daniel Saldaña Paris.
Firmamos ese tratado, intuyendo que nos la íbamos a pasar mal. Que no podíamos confiar demasiado en ese amante. Pero quién hizo el acuerdo, sabía que a nosotras no nos quedaba otra opción. No éramos el fuerte en la negociación y no podríamos competir porque estábamos locas por él. ¿O será que acaso sí creímos en la felicidad? ¿Construimos estos parques de diversiones, estos estudios de cine western, esas plazas comerciales y esos restaurantes temáticos porque creímos que podríamos soportar eternamente amar sin ser correspondidas? Ahora que las escaleras eléctricas y los juegos mecánicos visten sábanas de polvo, uno se asusta de lo feliz y estúpida que nos pusimos después de la primera cita. Y de lo que proyectamos con tan poco. Mucho concreto para tan poco abrazo. Yo en el fondo, creo que una sabe siempre lo que va a pasar, lo que dicen verdaderamente los tratados que hacemos, pero decide hacerse pendeja.
Lo bailado nadie te lo quita. Y ahora repites la danza de los trabajadores que esperan, captada con una cámara digital.
Afán narrativo poniendo el cuerpo es el performance.
Veía tus obras de mediados del 2010 y tuve miedo del futuro. ¿Habrá artistas de Yucatán que en 2040 vayan a hacer proyectos al Tren Maya cuando las instalaciones queden abandonadas? ¿Qué haremos con tantas cuentas de negocios de uñas en Instagram abandonadas? ¿Qué clase de polvo acumularan? ¿Cuántas políticas de austeridad neoliberal aguanta el MUAC antes de que lo cierren?
En el fondo seguimos creyendo en una narrativa de progreso y pensamos que estamos avanzando como en la línea recta de un tren. Pero la verdad es que estamos perdiendo, que cada año bajan más cortinas de forma definitiva, que todos los lugares que nos daban alegría están siendo abandonados. Que las instituciones culturales cierran una a una como locales de plaza abandona. Y en algunas solo queda el guardia de tres o cuatro piezas que a ya nadie le importan.
¿Somos capaces de reconciliarnos con el fracaso y el abandono? ¿Somos capaces de aceptarlo? ¿O tendremos que seguir hasta los 80 años performando la bussineswoman, el finance guy, la neni con mentalidad de tiburón del mundo del arte? Y trabajando con nuestra obra como si fuera nuestro emprendimiento de mariscos.
¿Somos sampetrinos o somos tijuanistas con respecto a la vida?
¿Podemos seguir dando promesas de eternidad en la elección de nuestros materiales escultóricos?
Pensar que estos fantasmas nos azotan con tristeza y, sin embargo, creo que es necesario habitar esa tristeza, si una no quiere ser estúpida toda la vida, si una no quiere que su vida sea una retrospectiva de decepciones.
Habría que hacer una retrospectiva de tu obra en Monterrey. BTW.
Lo triste de que te rompan el corazón varias veces en la vida, es que ya no puedes escribir con la intensidad de la primera vez y te vas volviendo cínico con el lenguaje.
El fin del mundo es tan 2020, actualícense por favor.
Tecate es como una obra de Samuel Beckett por lo que entiendo.
Qué risa que Estados Unidos nos tiene ghosteadisimos. Ghosteados en un sentido muy extenso del término. Al mismo tiempo la perra no puede dejar de hablar de nosotrxs.
Seguir enamorándose después de los 30 es un talento, conservar cierta literatura en el arte también.
Ahorita todo el mundo anda leyendo La seta del fin del mundo, yo digo que uno aprende lo mismo yendo un fin de semana a la Revu en Tijuana. También siento lo mismo con alguna de tus obras.
Ya fue demasiada globalización pensamos el día que cenábamos en un restaurante griego en el centro de Zapopan y tú decidías que contestarle por WhatsApp a ese hombre que vivía en Los Ángeles y que conociste en un bar coreano de allá y yo pensaba en el hombre que amaba y se iba a Venecia con otro.
La ansiedad es la prótesis con la que uno camina cuando pierde la alegría. Eso lo pensé viendo una película de Disney no con tu libro, una disculpa.
Me gusta la velocidad de tus obras. Y su ternura. Me gusta que, de alguna manera, atrapas al fantasma en estos pequeños registros. Como esa imagen de Scooby- Doo donde capturan al espectro con una cuerda.
Hoy tengo una postura tecatense del amor. I´m not catching feelings anymore. I´m catching ghosts.
Te has quedado con la sábana en la mano. Y con la suficiente ternura (cuidado en la observación) logras hacer un molde. Me gusta que tus manos intervienen de forma delicada en distintas obras para recoger el molde. Y que el resultado sea la forma en negativo del fantasma.
Hemeroteca (2016-2018)