Entre líneas
















cecilia miranda gómez


(Ciudad de México, 1993) Artista que hace casicasas. Su práctica aborda relaciones afectivas y políticas en torno a la vivienda, a través de montajes entre sujetos, objetos y espacios. Fue integrante del Programa Educativo SOMA 2021 y recibió la beca Jóvenes Creadores del FONCA (2019-2020). Parte de su trabajo ha sido presentado en muestras colectivas e individuales en Alemania, Austria, Chile, México y Portugal. Formó parte del Seminario de Producción Fotográfica 2016 del Centro de la Imagen. Desde 2017, imparte cursos y talleres sobre arte contemporáneo en instituciones públicas y privadas. Como gestora, ha colaborado en proyectos artísticos en lugares como MUAC y MUCA Campus. Sus textos forman parte de publicaciones independientes entre las que destacan En una orilla brumosa (2021, Gris Tormenta) y (^) (2019, Hysteria). Actualmente, cursa la Maestría en Investigación Artística en la UNAM y coordina el área curatorial del Centro de la Imagen, en la Ciudad de México. @ceciliamirandagomez


Dibuje una línea y después sígala






















I. Alinear 

Hace un par de años, tomé un taller para artistas dirigido por el historiador de arte Daniel Montero en la Facultad de Artes y Diseño de la UNAM. A partir de una serie de provocaciones aparentemente simples, desarrollamos ejercicios que pretendían dislocar la forma en la que las participantes del taller producíamos arte, enfrentándonos a una noción ambigua sobre lo que un objeto artístico podía ser. El primer ejercicio fue una instrucción: Dibuje una línea y después sígala. Con sólo una semana para trabajar entre la orden recibida y la presentación del resultado, pensé en cómo resolver el ejercicio de la forma más inteligente, novedosa y congruente que pude imaginar.



Este dibujo es un recuerdo donde cada punto es una perforación hecha con una aguja del #3 y las líneas son la proyección a contraluz de los huecos. La conclusión sobre mi ejercicio fue que mis líneas se dibujaban, más no se seguían.




II. Delinear

Línea
       1. Sucesión continua de puntos en el espacio
       2. 
Señal o marca larga y estrecha que se hace o se forma sobre un cuerpo o superficie

Proveniente del latín linum la palabra línea es la adaptación al femenino de lino. Las línaceas son la familia de plantas que dan origen a productos como el lino, una de las fibras más antiguas con las que hasta el día de hoy se fabrican textiles de alta calidad. Estos seres dicotiledóneos tienen la peculiaridad de vivir en ambientes con condiciones biológicas diversas y de tener la fuerza para que sus tallos crezcan con una rectitud impresionante. Tras los procesos de enriado, secado y limpiado, sus varas verdes y suaves se convierten en finos y delicados hilos que van de los 30 a los 90 centímetros de largo.




III. Lineamiento

Con el mismo interés por lo “novedoso”, “inteligente” y “congruente” de aquel ejercicio notablemente fallido, e intentando disminuir el ímpetu pretencioso que me paraliza tras cualquier invitación, me acerqué a el libro –que no es un libro– ABCDESPAC para hacer una reseña –que no es una reseña–. Luego de conversar con Laura Orozco y Alfonso Santiago, mentes y cuerpos detrás de este proyecto y componentes medulares del equipo de ESPAC, una institución de arte –que no es una Institución–, sobre diversos procesos que atraviesan las prácticas artísticas en el presente, decidí tomar al libro como un acompañante que a modo de guía de navegación dictara la línea de su lectura. El tiempo de un viaje, con sus respectivos antes y después, fue el periodo de trabajo para la realización de lo que a continuación leerán.

  1. cecilia (artista) es invitada a reseñar el libro.
  2. cecilia (gestora) recibe el libro en sus manos y lo abre en una constelación de letras.
  3. cecilia (docente) se pregunta cómo vincular sus clases a los programas de ESPAC.
  4. cecilia (viajera) lleva el libro en su equipaje de mano.
  5. cecilia (lectora) intenta leer el libro de la A a la Z.
  6. cecilia (persona) se queda dormida mientras lee el texto de presentación.
  7. cecilia (mexicana) llega al aeropuerto internacional de Berlín sin maletas. Las maletas se quedan en Londres.
  8. cecilia (gestora) celebra no haber puesto el libro en las maletas perdidas.
  9. cecilia (artista) se impone una instrucción: De la primera palabra que aparezca alrededor, según su letra inicial, ver/leer la letra en el libro.

 
El libro está integrado por veintiocho entradas escritas por personas con distintos perfiles que desarrollan un algo con relación a una palabra en específico. Son veintiocho porque cada palabra responde a las letras de un abecedario que deliberadamente despojó a la letra Ñ.

Siguiendo mi instrucción, leí nueve de los veintiocho algos. Al poco tiempo me di cuenta que mi ejercicio era más complicado de lo que había imaginado y desistí. Empecé a olvidar la trayectoria de mi lectura, y con el paso de los días dejé de escribir mis notas en la bitácora. Cada entrada era un universo que abría distintos temas. Constantemente me quedaba con una sensación extraña pensando que por no leer al libro en su orden natural, me estaba perdiendo de la idea central de cada palabra. Decidí continuar con las letras faltantes en orden alfabético. Me obligué a terminar el libro porque ¿cómo reseñar algo que no se ha leído por completo?




IV. Deadline

Soy artista y desde niña me gusta escribir. No me considero una buena lectora. Al término de mi carrera en Artes Visuales realicé mi servicio social en el área de Programas Públicos y Comunidades del MUAC, donde hice videos promocionales, registro fotográfico, planeación de actividades y constancias de participación en seminarios y coloquios. Desde entonces mi camino ha sido un entramado de líneas que cruzan/rondan al arte desde distintos lugares. He sido asistente de artista, productora de arte, administradora de galerías privadas, tallerista, ghost writer de proyectos para el FONCA, y desde hace dos años, colaboro como coordinadora de un área “especial” en un museo público.

Aunque no me considero gestora cultural, muchas veces he sentido que los procesos de gestión y organización suelen reducir mi subjetividad al correo electrónico a través del cual me comunico con otras personas y que siempre termina deseando buen día y mandando abrazos fuertes. De pronto, esta persona –cecilia gestora– que solicita materiales, corrige textos, presiona con fechas de entrega y confirma reuniones por zoom, se separa de la persona –cecilia artista– que se demora en mandar materiales, que se olvida de las fechas de entrega, y que siempre recibe correos con cariños y buenos deseos.

Ese lugar liminal que existe entre un correo electrónico y otro, es el que muchas veces me hace sentir que estoy atravesada por un montón de líneas que determinan el porcentaje de cada una de mi persona, y que varían día con día: 27% artista, 58.3% gestora, 9.2 % tallerista, 5.5% cuidadora de Otto.




IV. Tirar línea

Uno de los textos que más disfruté del libro y que al parecer fue el primero en escribirse fue el texto de la curadora Fabiola Iza. Más allá de mi desconocimiento sobre el trabajo de las artistas Daniel Monroy Cuevas y Nuria Montiel, su ensayo me dio una referencia que dio sentido a mi propuesta, y que me rescató de disculparme con Laura y Alfonso por no tener reseña alguna. Al inicio de su ensayo, Iza habla de un libro –creo poco conocido– del antropólogo Tim Ingold que toma como forma de pensamiento y motivo de búsqueda la línea. Líneas: una breve historia propone, en palabras de Iza, “una arqueología antropológica y comparativa de la línea, [que honda] por extensión en el rol que las mismas han tenido en modelar el desarrollo de distintas prácticas culturales”1. La línea aparece en nuestro vocabulario como una forma naturalizada de hablar de dos elementos constitutivos en la práctica cultural y artística. Usamos la misma palabra para referirnos a un trazo gráfico que para hablar de un interés que da dirección a un motivo, por no decir, un deseo.

Si tuviera que especular sobre el motivo no dicho que originó el libro, pensaría en la búsqueda por entender qué hacemos quienes nos dedicamos al arte y la cultura, desde posiciones múltiples. Sin temor a equivocarme, creo que ninguna de las personas que escriben en ABCDESPAC se dedican a una sola cosa. Vemos ejercicios gráficos de quienes escriben, textos de quienes dibujan, cartas de quienes pintan, y una disposición  abierta por moverse de lugar. Hacer un trayecto entre lo que sabemos que hacen, lo que quieren hacer, lo que desconocen y lo que anhelan. Por ejemplo, la letra L corresponde a Laboral, “la irresoluble ecuación del trabajo en el campo cultural” desarrollada por verónica gerber bicecci; la I es un ensayo de Sandra Sánchez que desde la Intimidad piensa entre el adentro y el afuera en las relaciones con el arte y el mundo; la N es el texto en el que Esteban King busca trazar una relación de tensión entre la curaduría y lo curatorial desde la Negociación; la E es la entrada de Bárbara Foulkes, un juego entre el espacio y la palabra que devuelve al montón de partículas de lo Efímero a su condición de movilidad y dispersión; mientras que la A es el Aprendizaje que hay entre la paciencia y la insistencia de Astrid López Méndez.

Esta multiplicidad de formatos en el libro puede resultar incómoda. En efecto ABCDESPAC no se puede leer de corrido porque no está escrito en una sola dirección, sino todo lo contrario, es un libro que, como dijo Alfonso (y otras personas), sirve para cuando vas en el metro y vas a cambiar de línea. Puedes leer la B(úsqueda), y luego transbordar al Jardín, bajarte en el Quehacer, y salir en el Origen.

Para obtener una línea (si seguimos la relación etimológica con el lino) es necesario tener una vara. La vara seca se abre y luego de un proceso manual tardado y laborioso –según los videos tutoriales de Youtube– salen hilos delgados, líneas casi transparentes. La vara, que podría ser una línea natural y orgánica, contiene muchas otras líneas en su interior. Hasta aquí, una reflexión sobre la línea puede no ser seductora, es más, Ingold lo tenía claro al afirmar que la idea de un libro sobre líneas puede ser una idea rara, incluso ridícula. Pero si recordamos que este proyecto de reseñas –que no son reseñas– se llama Entre líneas podríamos imaginar que esa vara verde y suave es el libro (de portada verde), y quienes hemos tenido la fortuna de leerlo, estamos en el proceso del secado y la separación de cada uno de sus hilos. Está en nosotras hacer el ejercicio de dibujar y seguir las líneas rectas, diagonales, domesticadas, expresivas, quebradas, interrumpidas, abundantes, conversacionales, en línea; conceptuales, programáticas, educativas, pedagógicas, éticas, curriculares, discursivas, curatoriales; de estudio, de producción,2 y por qué no, de volver a la línea3 de duda que dio origen a ESPAC. Tomar esas líneas y llevarlas a nuestras prácticas desbordadas y multiusos, no como guías inamovibles sino como provocaciones al estilo del ejercicio de Montero, podría ayudar a quienes trabajamos en varios frentes del campo del arte a reimaginar formas de hacer que se reconozcan vulnerables, movedizas y agrietadas.







1. Fabiola Iza, “Tiempo. Las formas del tiempo: entre piedras, pantallas y telares” en ABCDESPAC, ESPAC, Ciudad de México, 2021, pp 281.
2. Todos los adjetivos anteriores son mencionados en el libro ABCDESPAC.
3. Aquí la palabra línea es un acróstico formado por los textos Laboral, Intimidad, Negociación, Efímero y Aprendizaje.